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Si tuviera que vivir mi vida de nuevo, seguramente cometería los mismos errores, pero intentaría que pasaran más rápido. Todos nos equivocamos y cometemos fallos, pero lejos de reprimirnos de ellos, deberíamos estar orgullosos de haber sabido solucionarlos, superaros o simplemente tirar hacia delante de la mejor forma posible. Intentarlo por lo menos.
En Estados Unidos cuando una persona fracasa, por ejemplo después de emprender un negocio, se la valora por su capacidad emprendedora. Mientras que en España el sentimiento del fracaso por parte de la sociedad parece que deba marcarnos de por vida. Sin embargo, fracasar es aprender, significa ser atrevido y experimentar. Dicen que solamente los valientes pueden llegar lejos en su vida, tanto a nivel profesional como personal.
Errar genera conocimiento y al mismo tiempo quizás descubrimiento, palabra que no significa otra cosa que dejar al descubierto algo que siempre había estado allí, pero que ha permanecido escondido o encubierto como consecuencia del “antifaz de la costumbre”.
Nada más lejos de la realidad. La gente vive por inercia, no se plantea cada situación como una oportunidad de cambio. Solamente actuamos cuando se modifican las circunstancias del entorno en el que nos estamos moviendo y nos vemos obligados a ver las cosas desde otro punto de vista. Y a veces nos sorprendemos. Tan sencillo como enfrentarse a lo desconocido, merece la pena.
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