miércoles, 24 de agosto de 2011

No intentes doblar la cuchara

¿Preocupado por el número de fans que tiene la página de tu empresa en Facebook?


Desde que Facebook estrenara las páginas de empresa, lo único que parece preocupar a todo el mundo es cómo incrementar el número de fans. Cantidad, cantidad y más cantidad. Parece que sólo importa apilar los ‘me gusta’ en montoncitos para abrazarlos al más puro estilo del Tío Gilito. Error.


Según datos del white paper de ComScore ‘The power of like’, el 27% del tiempo que los usuarios pasan en Facebook lo dedican a leer el panel de actualizaciones de noticias. Que los usuarios inviertan más de una cuarta parte de su tiempo en la red dentro este apartado puede parecer de cajón pero, por si no te has dado cuenta aún, eso significa que pasan más minutos ahí que cotilleando perfiles o trasteando en páginas de empresas como la tuya. De hecho, según ComScore, tu página tiene 150 veces menos de posibilidades de ser vista que algunas de las actualizaciones que publicas. Para que te hagas una idea, según el mismo estudio, 156 personas vieron algún contenido de la marca Starbucks en el mismo periodo que registraba una sola visita a su página de fans. Una pena. Tu bonita página, con sus flamantes pestañas, su landing page y sus fotos multicolores apenas es visitada por tus propios fans, así que ¿cómo esperas que la visiten los demás?


Esto me ha llevado a pensar que quizá estemos sobrevalorando el número total de ‘me gusta’ de una página. Si lo piensas, darle relevancia al número total de fans es cómo que todo el mundo te felicite, pero nadie vaya a tu fiesta de cumpleaños. Triste. Si no conseguimos que aumente nuestra conversión en visitas, ventas o cualquiera que sea el objetivo que nos hayamos propuesto, de poco vale congregar a multitudes en un estadio 2.0, si nadie va a quedarse a ver el partido.


De hecho, un reciente informe de PageLever, rescatado recientemente por Juan Merodio en su blog, muestra datos de cómo el porcentaje de fans que visualiza las actualizaciones, evoluciona de manera inversamente proporcional al número total de fans. Hablando claro, cuántos más fans tenemos, menos ven nuestros contenidos. ¿Qué?


La pregunta no es qué, si no por qué. Y la respuesta es simple: porque no dedicamos el tiempo necesario a parar el relojito y cuidar a nuestros fieles. Lo queramos o no, según va subiendo nuestro número de fans, van descendiendo sus interacciones, porque aunque tengamos un gran volumen de incondicionales comentadores y megustadores, nuestro índice de interactividad siempre va a ser un porcentaje con respecto al número total de seguidores. Y en social media ésto significa que el todo no siempre es igual a la suma de sus partes.


Ya tenemos claro que cuando ganamos fans perdemos interacción. Y algunos me dirán, qué importa que participen o no, si tengo cuatro millones de seguidores. Pues bien, es ligeramente importante si tenemos en cuenta que el algoritmo por el cual el señor Zuckerberg y sus compinches seleccionan la prioridad de las actualizaciones que vemos cada uno se calcula en base al nivel de interacción. Hablando en plata, lo que vemos cuando nos conectamos a Facebook no es lo qué está pasando, es lo que le está pasando a la gente con la que más interactuamos. Sin duda, una ingeniosa forma para no aburrirnos viendo las fotos de la comida de nuestro excompañero de trabajo en casa de su suegra y mantenernos enganchados al pie del ratón.


Resumiendo, cuántos más fans, menos interacción, y cuánta menos interacción, menos visibilidad. Con lo cual, queda claro que vale más un seguidor interactivo que cientos de seguidores pasotas. Ésto demuestra que la verdadera influencia del ‘me gusta’ proviene de la interactividad de los fans existentes y del poder de persuasión que ellos ejercen, conscientemente o no, sobre sus amigos, más que en la captación de nuevos fans completamente ajenos a la comunidad.


De manera que deja de prestar atención a la cantidad y céntrate en la interactividad. Si no haces más que pensar cómo incrementar tu número de fans, estarás comportándote como Neo en la película Matrix cuando ve cómo un niño sin pelo está doblando una cuchara sin tocarla. Cuando Neo lo intenta y fracasa, el niño le dice:



- No intentes doblar la cuchara, eso es imposible. En vez de eso, sólo procura comprender la verdad.


- ¿Qué verdad?


- Que no hay cuchara. Si lo haces verás que no es la cuchara la que se dobla, sino tú mismo.



Fuente: emprendedores.blogs.emprendedores.es

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