lunes, 1 de agosto de 2011

Filosofia Organizacional, Matsushita (parte 1)

La Misión de un fabricante debe ser: vencer la pobreza, aliviar la miseria de la sociedad y brindarle bienestar. (Konosuke Matsushita).
Konosuke Matsushita es uno de los empresarios más admirados por los gurús del Management.  Con una extraordinaria capacidad para sobreponerse a la adversidad, una asombrosa persistencia en mantener el rumbo marcado por la filosofía de su empresa  y un inigualable instinto comercial, llevó a la organización que fundó con 50 dólares -que solicitó en préstamo- a ser  uno de los mayores corporativos mundiales, hoy reconocido principalmente por una de sus marcas: Panasonic.  Los siguientes textos están tomados del libro “El Secreto de la Técnica Empresarial Japonesa” y pueden ser de gran trascendencia para quienes están interesados en comprender por qué las empresas japonesas han llegado a ser tan productivas.  En dicho libro se explica:
El adjetivo “espiritual “puede extrañar en el ámbito de la vida empresarial. Sin embargo, hay que recurrir a él para describir el poderoso sistema de creencias que fundamenta la filosofía de la casa Matsushita. “He visto con claridad que las personas necesitan un camino para vincular sus vidas productivas a lo social”, decía Matsushita, y reconsideró bajo este aspecto las finalidades de su organización. De ello nació una filosofía empresarial en la que el criterio de rentabilidad comercial se unía con el del bien social.
“Las utilidades no deben ser un reflejo de la codicia empresarial, sino un voto de confianza de la sociedad, que así da muestra de valorar lo que la empresa ofrece. Cuando una empresa no obtiene utilidades debe morir, porque está dilapidando los recursos de la sociedad. Una compañía no debe adoptar la postura paternalista que consiste en sostener con subsidios las divisiones fracasadas”, señalaba.
La filosofía Matsushita da un sentido que va más allá de los productos fabricados. Matsushita fue la primera compañía japonesa que tuvo un himno y un código de valores. “A los occidentales les parece una tontería -dice un directivo- pero todas las mañanas a las ocho en punto, en todo el Japón 100,000 personas recitan el código de valores y cantan juntas el himno de la empresa; todos somos una comunidad”. Matsushita previó que la experiencia de toda una vida pasada en una organización imprime de manera indeleble un carácter. A su modo de ver era impensable que no se le quisiera reconocer al trabajo su poderosa influencia, cuando pasamos en el mismo la mitad de nuestro tiempo por lo menos. Por consiguiente, la empresa no podía rehuir la responsabilidad de educar el yo interior de sus empleados. Y la mejor manera de asumir tal responsabilidad era vincular la compañía a la sociedad y al individuo, subrayando que corresponde a la dirección enseñar y desarrollar el carácter, en vez de reducirse al papel de explotadora de recursos humanos.
Estos valores se inculcan a través de un largo aprendizaje, que se extiende a toda la carrera. A los recién ingresados les son explicados continuamente. Todo individuo es invitado bimensualmente -como mínimo- a pronunciar frente a los demás miembros de su área una alocución de diez minutos sobre el tema de los valores de la empresa y su relación con la sociedad. Como suele decirse, la mejor manera de convencerse uno mismo de algo es verse en la necesidad de convencer a otros. Esta técnica de “autoadoctrinamiento” viene utilizándose desde hace mucho tiempo en Matsushita. Y todos han oído una y otra vez las famosas palabras del fundador: “Si usted actúa con honradez y se equivoca, la compañía será muy indulgente. Considere esa experiencia como una enseñanza y que le sirva de lección. Pero será usted severamente criticado si actúa en contra de los principios básicos de la compañía”.
continuará...

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