jueves, 1 de septiembre de 2011

Una enorme burbuja de deuda

Hace unos meses comentaba con Miquel Roig, redactor jefe de Expansion.com, que se estaba formando una burbuja importante en el mercado del oro. Me respondió que si es así explotaría, y que si no llega a explotar es que nunca hubo tal burbuja. Es una de las reglas básicas de toda burbuja. De momento su precio sigue al alza y con los últimos datos macro de la economía, más aún, hasta cotizar ayer por encima de 1.700 dólares la onza, récord histórico.


El pasado lunes 8 de Agosto, día clave para la economía europea después de la rebaja de rating de Estados Unidos y un fin de semana de infarto de los principales líderes económicos mundiales intentando tomar decisiones que frenaran un descalabro en las bolsas, el Instituto de Estudios de Cajasol, escuela de negocios con más de 20 años de experiencia, nos hace la siguiente pregunta a varios economistas: ¿cómo creéis que acabaremos el anunciado lunes negro?


Mi respuesta fue corta: “confío en que la compra de bonos por el BCE siga reduciendo la prima de riesgo a nivel lógico”. Al final de la jornada la prima de riesgo, que había cerrado el viernes en 370 puntos, fue de 289. Que entendamos esa prima como lógica o no dependerá de la percepción subjetiva de cada uno.


En realidad lo importante no es este hecho.


Mi respuesta más completa habría sido que la prima de riesgo se seguirá reduciendo siempre y cuando el BCE (y luego nos hemos enterado que también el BdE) continúe con su política de compra de bonos españoles (e italianos).


Independientemente que Alemania pueda retirar en cualquier momento el apoyo a tal medida y que la misma está condicionada a la puesta en marcha de políticas fiscales y estructurales restrictivas (especialmente referidas en el caso español a la reducción de costes de la administración del Estado, finalización de la reestructuración del sistema financiero, reforma ambiciosa del mercado laboral y restablecimiento de la unidad de mercado), debemos entender que la misma no puede ser una estrategia futura indefinida. No podemos basar ninguna solución económica en un endeudamiento permanente, con dinero recién impreso, por cierto.


De hecho nos encontramos ante la mayor burbuja de deuda pública que haya existido en toda la historia de la humanidad. ¿Sabían que con el mandato de George W. Bush se contrajo más deuda pública que la acumulada por todos los presidentes de Estados Unidos juntos, desde George Washington hasta Bill Clinton? ¿Y que Barack Obama va camino de superar a la contraída por Bush?

Fuente: www.Trading-TV.com


Recomiendo ver el documental sobre este asunto “Overdose” (sobredosis), con guión de Martin Borgs y Johan Norberg, y dirigido por el primero, con el soporte de Trading-TV, donde quiero destacar las aportaciones de Gerald Celente (Trent Analyst of Trends Research Institute), Peter P. Schiff (President of Euro Pacific Capital), David M. Walker (ex Comptroller U.S. hasta 2008, y Comptroller General at The Peter G. Peterson Foundation) y Megan McArdle (Business and Economics Editor of The Atlantic). Debajo de la pantalla donde se puede visualizar el vídeo, hay una sinopsis excelente de Trading-TV, que es difícil mejorar. En este documental está inspirado este artículo.


Nos encontramos con una crisis económica que hemos intentado estimular con una importante inyección de liquidez cuando el problema arranca precisamente por este mismo problema: dinero fácil y barato que construyó la mayor burbuja inmobiliaria de la historia derivando en una posterior crisis financiera global en la que estamos acorralados.


Son cada vez más los economistas que abogan por eliminar estos estímulos a empresas (principalmente bancos) que en realidad están quebrados, tolerar, incluso potenciar, una inflación “razonable” (Roubini, Rogoff, Spence,…) para que el peso de la deuda vaya reduciéndose en términos reales, reducción de gasto público pero controlado y escalonado ante la evidencia de que lo contrario genera nueva recesión económica, como bien indican nuestros colegas de FEDEA a través de su blog “Nada es gratis”.


Por otro lado, la ralentización en el crecimiento económico de las principales economías dificultan a su vez el crecimiento de las economías emergentes en este mundo de economía globalizada asimétrica (materia para otro artículo), revelando que el crecimiento sin límites no es posible.


Las altas tasas de desempleo que se han enquistado en las principales economías durante tanto tiempo, y la peor perspectiva de que este hecho vaya a cambiar, está provocando serios altercados, primero en los países del norte de África, luego Oriente Medio y en la actualidad en el pleno corazón de la “City”, Londres.


En una economía global donde se prima la productividad pero cuyos incrementos no se ven traducidos en una reducción de horas/persona trabajada, conlleva a una sobreproducción generalizada que las economías no son capaces de absorber. Lógicamente, un incremento de la productividad trabajando el mismo tiempo genera una cantidad de productos y servicios creciente. Sabemos que en los últimos 20 años, tal exceso de producción se solventó con el endeudamiento creciente de las economías domésticas y de los Gobiernos; pero nos hemos enterado de forma dramática que tal sistema no podía perdurar en el tiempo. Y ahora estamos en una espiral descendente de la que estamos obligados a salir de alguna manera.


Confieso que durante toda mi vida había pensado que los límites al crecimiento económico vendría dado por cuestiones medioambientales, técnicas o de capacidad humana, pero se ha podido demostrar que los límites no han venido en primer lugar por algunos de estos factores, sino por uno que no contemplaba: el límite del consumo. No podemos aumentar nuestro consumo al mismo ritmo que nuestro incremento de productividad. La acumulación de stocks primero, y la expulsión del mercado laboral de una buena parte de sus activos, es inevitable. Así lo expuse en “globalización y desempleo“.


Y llegados a este punto, mis colegas me preguntan acerca de qué propuestas puedo hacer en relación al enorme gasto público vinculado con la salvación de la economía. Yo, cuando estalló la crisis aposté claramente por una intervención pública al más puro estilo keynesiano, pero a la vista está que este gasto enorme no ha dado los resultados perseguidos. Y ha sido así porque cometimos algunos errores muy importantes, que enumera perfectamente David M. Walker (ex Comptroller U.S., y Comptroller General at The Peter G. Peterson Foundation):


1. No definimos claramente qué objetivos tratábamos de lograr.
2. No tuvimos un criterio establecido acerca de quiénes recibirían el dinero y quiénes no lo recibirían.
3. No pusimos condiciones claras frente a lo que podrían y no podrían hacer con ese dinero.


La situación fue que una cantidad ingente de dinero fue a parar a fines que no generaron una palanca capaz de relanzar la economía. En el caso español ese dinero se (mal) gastó en una línea Toledo-Albacete de alta velocidad para 9 pasajeros al día que acaba de ser clausurada, un aeropuerto en Ciudad Real con una de las mayores pistas de aterrizaje de Europa que cerrará en Octubre, amen de muchas rotondas y arreglos de aceras y jardines que no han mejorado en nada nuestra capacidad de crear riqueza y generar nuevo empleo.
De ahí pasamos a tener que reflotar todo nuestro sistema financiero ante la pérdida de negocio derivada de múltiples factores, conocidos por todos. Y así, la deuda pública no hizo otra cosa que crecer.


Lamentarnos ahora no nos sirve de nada. Y me temo que no habrá más dinero para esta finalidad. En la actualidad, la situación es muy distinta: el dinero público no está al servicio del relanzamiento de la economía (ese dinero ya está (mal) gastado) sino en la compra de deuda pública a través de dinero recién impreso para reducir los diferenciales en los mercados y evitar la quiebra de los países. Se infla así una burbuja gigantesca que no para de crecer.


Siempre hemos sabido que las empresas no podían endeudarse a largo plazo para cubrir costes corrientes actuales. Muchas lo han descubierto dramáticamente una vez pasado su período de liquidación. Eso es justo lo que está haciendo el BCE comprando bonos.


Si con el tiempo vemos que este sobre-endeudamiento explota, habría estado en lo cierto al considerarlo hoy como una burbuja. Si no fuera así estaría equivocado.


Escrito por Manuel Caraballo Callero
Economista de Izadi AG
Autor del blog de Manuel Caraballo
Twitter @izadiag



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